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Cada día en España unas siete personas donan sus órganos después de haber fallecido. No hay ningún gesto comparable a nivel social y de comunidad y no existe ningún reto parecido en el ámbito médico.

Donación de órganos, un acto que salva vidas

7 junio, 2023 Grupo Recoletas | HRCG

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Cada día en España unas siete personas donan sus órganos después de haber fallecido. No hay ningún gesto comparable a nivel social y de comunidad y no existe ningún reto parecido en el ámbito médico. La relevancia de la donación es extraordinaria. Se han registrado supervivencias de enfermos con un riñón trasplantado de hasta 50 años, o de 40 años en el caso del trasplante de un hígado. Somos el país que más donaciones tiene, más de 46 donantes por millón de población, doblando en esta tasa a la mayor parte de los países. Y lo somos gracias al espíritu y la voluntad que tiene cada ciudadano o su familia que decide donar.

En definitiva, la donación es, hoy en día, un derecho que tenemos los ciudadanos dentro de nuestro plan de final de vida y corresponde al sistema sanitario poder hacerlo efectivo.

Hay que tener muy presente que la donación de órganos es un acto de generosidad, altruista y desinteresado. Supone ayudar al otro sin conocerle, darle esperanza cuando el que da ya no la tiene. En una sociedad como la actual en la que muchas veces priman, sobre todo, los intereses particulares, la donación de órganos permanece como un reducto de grandeza y bondad. Es mucho lo que la donación representa a nivel social.

Donar los órganos supone dar vida a otros enfermos a los que no conocemos con el propósito de que puedan mejorar su salud. De una forma anónima. Y, sin embargo, en España muy pocas personas se niegan a la posibilidad de la donación de órganos de ellos o de su familiar. Son menos del 15% de todos a los que se les propone esta posibilidad, una cifra también por debajo de los países europeos de nuestro entorno. Ello es fruto de la generosidad de las personas que dan sus órganos y es también consecuencia de la confianza que los ciudadanos tienen en el buen funcionamiento del sistema sanitario, resultado de una bien ganada credibilidad por parte de los sanitarios. Sin un sistema sanitario y unos procedimientos que no tengan la confianza de la sociedad es muy difícil hacer efectivo un programa de donación de órganos.

Cada donación de órganos se traduce en un acto médico de una gran dimensión. Es como una pequeña conquista diaria de los profesionales y el sistema sanitario, que hacen posible que los órganos que da un enfermo fallecido lleguen a funcionar en los enfermos que los reciben. Para que ello suceda hace falta una gran preparación técnica por parte de los profesionales y un sistema sanitarios que funcione de manera muy sincronizada. Pero su utilidad no es poca. Una donación de un enfermo fallecido que pueda dar seis órganos se traduce en casi 60 años de vida ganados.

No hay ningún procedimiento en medicina que conjugue de esta manera tan estrecha el valor de lo intangible, de la generosidad, con la sofisticación de la técnica médica más avanzada. Y, sin embargo, no deja de ser algo sencillo y que refleja de forma muy simple lo mejor de nosotros. Es difícil expresarlo con palabras y posiblemente nada más bello que aplicar a la donación de órganos los versos que Mario Benedetti escribió en su poema “Ultima noción de Laura”: “usted de todos modos/no sabe ni imagina/qué sola va a quedar mi muerte/ sin su vida”.

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