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La Consulta de Reumatología

16 octubre, 2018 Recoletas Salud

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La Reumatología es la especialidad médica dedicada al estudio y tratamiento de las enfermedades no traumáticas del aparato locomotor y del tejido conectivo. Si bien es cierto que se sigue utilizando el término «reuma» entre los pacientes, es importante ser conscientes de la naturaleza variada de los más de 100 padecimientos distintos que dicha definición conlleva. Para un mejor entendimiento, estas son las diferentes patologías por las que se podría pedir cita a un reumatólogo:

1. Reumatismos degenerativos del aparato locomotor:

Nos referimos a la artrosis, que no es más que el envejecimiento y desgaste de las articulaciones. Produce sintomatología dolorosa crónica y es la enfermedad más prevalente dado el envejecimiento progresivo de la población, siendo la artrosis de rodilla, columna, cadera y manos las localizaciones más frecuentes. La artrosis también es diagnosticada y tratada por otras especialidades como Traumatología o Rehabilitación y produce un importante deterioro de la calidad de vida. Su tratamiento consiste en un diagnóstico acertado diferencial con otros procesos reumáticos, analgésicos o antiinflamatorios, ejercicio físico moderado, rehabilitación e infiltraciones con esteroides o con viscosuplemetación de ácido hialurónico. En los casos más graves puede requerir la colocación quirúrgica de una prótesis.

2. Reumatismos de las partes blandas y periarticulares:

Son las tendinitis, fascitis, bursitis en cualquiera de sus localizaciones siendo las más prevalentes la tendinitis del hombro, la trocanteritis de cadera o la fascitis plantar. También incluimos todo el espectro del dolor de espalda de diferente causa (protusiones y hernias discales, escoliosis, estrés laboral..). El tratamiento médico escalonado es similar al ya comentado de la artrosis, y en muchas ocasiones se aborda de manera multidisciplinar con los fisioterapeutas, traumatólogos, rehabilitadores y Unidades del Dolor. En este grupo de enfermedades incluimos el abordaje diagnóstico complejo de la fibromialgia, pero también el de las artritis microcristalinas, en especial, la gota por ácido úrico. En esta última, la dieta y el cumplimiento de un tratamiento farmacológico sencillo permiten un fácil control de la misma.

3. Enfermedades del metabolismo óseo:

Incluyen todos los padecimientos del hueso o relacionados con el metabolismo del calcio y el fósforo, siendo su principal representante la osteoporosis. Esta última, también llamada la enfermedad silente (dado que no produce síntomas hasta que aparecen las fracturas de bajo impacto), representa un problema sanitario de primer orden, siendo las fracturas vertebrales y de cadera las más graves. Éstas producen un importante número de ingresos hospitalarios, además de un deterioro de la calidad de vida por las secuelas funcionales y el dolor crónico residual que pueden llegar a producir. El diagnóstico consiste en la detección precoz de factores de riesgo (sobre todo, en mujeres posmenopáusicas), y en la realización de una densitometría ósea. Afortunadamente, en la actualidad disponemos de fármacos de alta eficacia que suelen prescribirse calculando el riesgo de fractura a largo plazo de cada paciente, que depende principalmente, aunque no de manera exclusiva, de la edad y de los valores densitométricos.

4. Enfermedades mediadas por el sistema inmune:

Por último, este tipo de «reuma» es el que llamamos inflamatorio y se produce, explicado de manera sencilla, cuando el propio sistema inmunológico (nuestras defensas) se confunde y ataca nuestro propio cuerpo. Las enfermedades más representativas son la artritis reumatoide, la artritis psoriásica, la artritis asociada a la enfermedad inflamatoria intestinal, el lupus eritematosos sistémico, el síndrome de Sjögren, la esclerosis sistémica, las miopatías inflamatorias, la polimialgia reumática, las vasculitis o las uveítis. Como su nombre bien indica, en algunos casos son enfermedades que pueden afectar a otros órganos o sistemas (piel, riñón, pulmón, ojo) distintos del sistema osteomuscular, por lo que es común que su diagnóstico y seguimiento se realice, en ocasiones, de manera multidisciplinar con otras especialidades. El tratamiento consiste de nuevo en un diagnóstico diferencial clínico acertado, así como en el uso controlado de esteroides y de fármacos inmunosupresores incluyendo la terapia biológica. Ésta última tiene indicación en una gran variedad de enfermedades autoinmunes; disponemos de ella desde hace más de una década y los reumatólogos poseen una amplia experiencia en su prescripción para beneficio de los pacientes que han fallado a los tratamientos clásicos.

En resumen, las enfermedades reumáticas incluyen procesos de muy diferente naturaleza pero que producen, en muchas ocasiones, un síndrome doloroso común que se ha conocido popularmente con el térmico genérico de reuma. Sin embargo, la misión del reumatólogo es indagar en la causa del dolor de cada paciente en concreto que acude a la consulta, y conseguir un diagnóstico más específico sobre la naturaleza de la enfermedad que padece, para así conseguir un mejor rendimiento y seguridad de los tratamientos disponibles actuales.

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