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Tatuajes: los riesgos para la salud

7 febrero, 2018 Prevención

Hoy en día ya se puede decir que no son para siempre, aunque su costosa y lenta eliminación con láser dependerá de factores como los colores, las tintas o la dimensión. Sin embargo, hacerse un tatuaje requiere meditarlo con calma porque puede acarrear consecuencias con las que no se contaba.

Por ejemplo, quien ha elegido decorarse así el cuerpo no puede donar sangre hasta entre 6 y 12 meses después de hacerlo para descartar enfermedades o riesgo de infección sanguínea, lo que se denomina período de ventana o de latencia, comenta a Efe el doctor Dionís Muñoz, dermatólogo y miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología.

Las contraindicaciones con la epidural es un tema controvertido y algunos anestesistas siguen rechazando aplicarla en una zona tatuada ante la posibilidad de que el pigmento pueda introducirse en el sistema nervioso central. Pero algo «tan sencillo» como practicar una incisión de 1 a 2 milímetros en la zona por donde pasa la aguja de la anestesia lo evitaría, destaca Muñoz.

Igualmente discutible es la incompatibilidad entre estar tatuado y hacerse una resonancia magnética, un temor basado en que las propiedades ferromagnéticas de algunas sales metálicas presentes en la tinta podría provocar el calentamiento de los tejidos, generando dolor, quemazón, inflamación o incluso quemaduras en la piel.

Sin embargo, las tintas actuales, a base de compuestos azoicos sintéticos, no suelen contener estas sales. En la actualidad no existe ninguna razón que contraindique realizar de forma segura esta técnica diagnóstica. En todo caso, el empleo preventivo de compresas frías aplicadas en la zona a explorar evitaría cualquier efecto adverso.

No ocurre lo mismo con la micropigmentación o maquillaje permanente, en la que sí se usan tintas con sales metálicas como el oxido de hierro o el dióxido de titanio, por lo que antes de someterse a una resonancia, habría que enfriar o proteger la zona, que habitualmente son los labios, las cejas, los ojos o las areolas mamarias.

Quienes se tatúan se exponen también a la posibilidad, aunque no frecuente, de poder generar una intolerancia a los pigmentos, especialmente al rojo -el negro es el más seguro-, debido a la interacción continuada de la tinta con los fluidos corporales y/o la exposición al sol, y que puede aparecer incluso años después de habérselo hecho.

Y si quieren evitar el riesgo de infección, deberán elegir bien el profesional que le va a imprimir su diseño favorito y acudir a estudios homologados. Optar por casas particulares o centros sin control sanitario dispara la posibilidad de un contagio indeseado que puede llegar a precisar incluso un tratamiento antibiótico durante varios meses.

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