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El Glaucoma, Mitos y Realidades

11 febrero, 2019 Recoletas Salud

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¿QUÉ ES?

El glaucoma se define como un conjunto de enfermedades que afectan al nervio óptico. Todas ellas tienen dos características comunes, la desaparición del tejido que forma el nervio y la pérdida progresiva de la función visual.

El nervio óptico es la vía de comunicación entre el ojo, órgano encargado de recibir la señal luminosa del exterior y transformarla en un estímulo eléctrico, y la corteza occipital del cerebro, quién es, en última instancia, la encargada de generar la sensación visual que percibimos con la información recibida. Este nervio está formado por, aproximadamente, 1.200.000 axones o extensiones de unas células localizadas en una de las capas de la retina. Existe una pérdida fisiológica de estas células a medida que vamos cumpliendo años. Sin embargo, la naturaleza nos ha dotado de una cantidad suficiente para mantener una función visual adecuada durante la vida.

En el caso del glaucoma esta pérdida fisiológica se ve acelerada, lo que puede comprometer la visión de nuestros pacientes. Y sí, la ceguera de uno o de los dos ojos será el resultado final si no se pone un remedio adecuado.

Se calcula que el glaucoma afectará a unos 80 millones de personas en el mundo en el año 2020. Para el 2040 esta cifra aumentará hasta los 110 millones. Es una de las causas más frecuentes de ceguera en el mundo. Su prevalencia en la población varía mucho según la geografía o la raza. En la población blanca o caucásica se estima que está entre el 1%-3%. Sin embargo, esta cifra aumenta conforme vamos envejeciendo. Se estima que ronda el 20% por encima de los 80 años.

“El glaucoma es una de las causas más frecuentes de ceguera en el mundo. La presión ocular elevada y la edad son los factores de riesgo más importantes”

Además, según varios estudios realizados sobre poblaciones de países desarrollados, el 50% de los glaucomas están sin diagnosticar. Sobre todo, aquellos glaucomas que no se acompañan de un aumento de la presión ocular.

SÍNTOMAS

El glaucoma es una enfermedad que no produce síntomas en la inmensa mayoría de los casos. De manera que cuando el paciente acude por una alteración visual y ésta es debida a la enfermedad, la situación puede ser ya muy crítica, comprometiendo seriamente la función visual.

Existen una serie de factores de riesgo para desarrollar un glaucoma, siendo la presión ocular elevada y la edad los más importantes. Sin embargo, se puede tener un glaucoma con la presión ocular normal, por lo que en estos casos son otros los factores que motivan su aparición. De estos dos factores de riesgo el único que podemos modificar es la cifra de presión ocular.

Existen otros factores, algunos de más o menos importancia, como son: la medida del espesor corneal, la miopía, la diabetes, familiares directos con la enfermedad o el aspecto del nervio óptico. Por desgracia, ninguno de ellos “modificable”. Cuantos más factores de riesgo se sumen en un mismo paciente más probabilidad tendrá de desarrollar el glaucoma.

DIAGNÓSTICO

Las campañas destinadas a detectar precozmente la enfermedad deben focalizarse en aquellos pacientes con factores de riesgo, pero se ha demostrado que no son rentables en toda la población.

Lo más recomendable es que partir de los 40 años nos hagamos una revisión oftalmológica que incluya la toma de la presión ocular y fondo de ojo. En pacientes miopes o hipermétropes, por encima de 3 dioptrías, es mejor adelantar a los 30 años esta primera revisión.

TRATAMIENTO

El glaucoma es una enfermedad crónica, es decir, que no se puede curar. Además, el daño sobre el nervio óptico es, hoy por hoy, irreversible. Al igual que otras patologías de nuestro cuerpo va a necesitar un seguimiento y/o tratamiento de por vida.

Afortunadamente, en el 90% de los casos evoluciona lentamente, lo que permite que, con un control adecuado, no suponga ninguna amenaza para la visión.

Los tres pilares del tratamiento del glaucoma son: el tratamiento médico “colirios”, el empleo del láser y la cirugía. Todos ellos, destinados a detener la progresión de la enfermedad.

El desarrollo de esta subespecialidad dentro de la Oftalmología ha permitido a los pacientes con glaucoma un mejor diagnóstico, seguimiento y tratamiento, evitando en la mayoría de los casos lo que hace años era inevitable, la ceguera.

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