Si bien la prevención es clave para evitar el cáncer de piel, hay algunas señales que pueden ayudarnos a obtener un diagnóstico precoz en caso de tener alguna sospecha.
El cáncer de piel es uno de los tumores más comunes. Siempre y cuando se detecte a tiempo, también es de los más curables.
La incidencia de esta grave afección ha crecido considerablemente en los últimos tiempos.
La principal razón de este aumento es falta de sentido común al momento de exponerse a los rayos ultravioleta (ya sean solares o artificiales, mediante cámaras de bronceado).
El nuevo paradigma de belleza identificado como “bronceado perfecto”, además de cierto nivel de histeria colectiva en tratar de conseguirlo, también ha conspirado en el maltrato generalizado de la piel.
La mayoría de los especialistas están de acuerdo al afirmar que no se trata de ocultarse completamente del sol. Tampoco hay que renunciar al sueño de conseguir el bronceado anhelado.
Lo que se pide a las personas es sensatez, cordura y responsabilidad con su propio bienestar.
El uso de protectores solares debe formar parte de la rutina de todos aquellos que realizan actividades a pleno día, fuera de espacios cerrados.
Para utilizar estos productos, no es necesario ir a la playa: la acción dañina de los rayos ultravioleta es tan letal en las ciudades o en las montañas como a la orilla del mar.
Todos los deportistas que realicen sus prácticas al aire libre y con sol también deben tomar medidas para resguardar la salud de la dermis, para poder así prevenir el cáncer de piel.
Mantener bajo constante observación todos los lunares sobre la piel es una de las maneras más eficientes para detectar la posible aparición de esta enfermedad.
Al menor indicio de un cambio perceptible a simple vista, ya se deben disparar todas las señales de alarma. Asimismo, se requiere la atención de un médico especialista sin demoras.
No podemos olvidar que algunos melanomas aparecen después de la evolución indebida de una peca.
Algunos de los cambios indeseados que pueden presentar los lunares son:
Asimismo, también pueden empezar a producir picazón y a sangrar.
En algunos casos, puntos que eran unicolores (negros o marrones), empiezan a adquirir tonalidades rojas, azules o blancas.
Los lunares no son los únicos elementos sobre la piel que requieren vigilancia. También debe atenderse la aparición de nuevas manchas, de protuberancias, llagas o cambios en la textura (ásperas o sumamente lisas al tacto).
Las zonas que sangran al menor contacto, así como heridas que no cicatrizan, también deben ser revisadas por un especialista para minimizar riesgos.
La exposición irresponsable a los rayos solares o el uso frecuente de cabinas y lámparas bronceadoras son los principales responsables de la aparición de cáncer de piel.
No obstante, no son los únicos factores de riesgo.
Otras cuestiones que no podemos pasar por alto incluyen:
Las insolaciones, comunes del verano, pueden pasar de inofensivas, siempre y cuando sean atendidas oportunamente por un especialista, a ser un factor de riesgo de cáncer de piel.
La detección temprana es clave para vencer la enfermedad. Más allá de cualquier comportamiento paranoico, siempre se deben atender sin dilaciones las señales de alarma que puedan generarse sobre la piel.
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