Si sufres dolor abdominal, distensión, flatulencias, cólicos, diarrea o incluso estreñimiento al tomar leche, mantequilla o cualquier otro producto que contenga lactosa o Sientes ese malestar cuando tomas ciertos derivados lácteos y no así con otros alimentos que contienen leche. Estos síntomas pueden ser la evidencia de que padeces intolerancia a la lactosa.
La intolerancia a la lactosa, es un síndrome clínico provocado por la falta de absorción de la lactosa por parte del intestino. Aunque también puede deberse a padecer una mala absorción de la lactosa, una enfermedad inflamatoria intestinal o cualquier otra enfermedad del sistema digestivo.
Realizar un test del aliento es recomendable para salir de dudas ante cualquier sospecha de que la reacción que experimentamos en nuestro organismo al ingerir productos lácteos no es normal el primer paso es acudir a la consulta de un médico especialista en Aparato Digestivo.
Tomar la decisión de evitar la lactosa en tu alimentación sin haber consultado con un especialista es un terrible error que puede poner en grave riesgo tu salud. Y es que, entre los mitos más extendidos sobre este síndrome destaca la falsa creencia de que desterrar la leche de la dieta soluciona el problema.
Pese a que se suele creer lo contrario, detectar la intolerancia a la lactosa y tratarla rápidamente es muy importante. La lactasa es una de las enzimas intestinales más delicadas y vulnerables. Si seguimos tomando lactosa, se agrandará la lesión en la mucosa intestinal y se producirá un círculo vicioso: lesión de la mucosa/malabsorción de lactosa que será cada vez más difícil de solucionar.
Para evaluar un caso de intolerancia a la lactosa, el médico especialista en Aparato Digestivo puede medir la respuesta glucémica a una sobrecarga de lactosa (50 gramos) cada 30 minutos hasta las 2 horas siguientes a dicha ingesta, normalmente divididas en cuatro tomas (0, 30, 60 y 120 minutos). En una situación normal, la glucemia aumenta en 30 mg/dl del nivel basal de glucosa en sangre a las 2 horas, por lo que una ausencia de este incremento glucémico sugiere una deficiencia de la enzima lactasa. Sin embargo, no se considera una prueba espefícica puesto que patologías como la diabetes pueden invalidar el resultado.
La alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV) y la intolerancia a la lactosa se suelen confundir una con otra, pero no son lo mismo. Una diferencia clave entre ambas es que con la alergia a la proteína de la leche de vaca, incluso una pequeña cantidad de proteínas de leche de vaca puede provocar una reacción alérgica. Por el contrario, muchas personas con intolerancia a la lactosa pueden comer con frecuencia pequeñas cantidades de productos lácteos sin presentar síntomas. Pero existen más puntos que distinguen estos dos trastornos.
La alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV) y la intolerancia a la lactosa se suelen confundir una con otra, pero no son lo mismo. Una diferencia clave entre ambas es que con la alergia a la proteína de la leche de vaca, incluso una pequeña cantidad de proteínas de leche de vaca puede provocar una reacción alérgica. Por el contrario, muchas personas con intolerancia a la lactosa pueden comer con frecuencia pequeñas cantidades de productos lácteos sin presentar síntomas. Pero existen más puntos que distinguen estos dos trastornos.
Alergia a la proteína de la leche de vaca. La reacción alérgica se produce porque el sistema inmunitario identifica las proteínas presentes en la leche de vaca como “dañinas” cuando deberían ser inocuas. Entonces, el organismo libera sustancias químicas como las histaminas. De todas las alergias alimentarias, es en la alergia a la proteína de la leche de vaca en la que se producen más errores de clasificación, ya que la leche produce variedad de respuestas anómalas, alérgicas y no alérgicas. Y también fenómenos de intolerancia, como la intolerancia a la lactosa.
Intolerancia a la lactosa. Está causada por el azúcar presente en una enzima llamada lactasa. En personas con intolerancia a la lactosa el sistema digestivo no es capaz de digerir totalmente este azúcar de la leche porque no produce suficiente cantidad de la enzima lactasa. Por lo tanto, en lugar de ser digerida y absorbida, la lactosa permanece en el intestino y alimenta a las bacterias de la flora, las cuales degradan la lactosa produciendo gran candidad de hidrógeno libre, lo que causan los síntomas de intolerancia.
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