A la hora de hablar sobre fertilidad masculina, una de las causas más significativas es, sin duda, la baja calidad de los espermatozoides debida a baja movilidad de los mismos. Los ritmos de vida actuales, el estrés, la exposición a tóxicos ambientales, y unos hábitos de vida poco saludables pueden provocar que un individuo sano vaya reduciendo la movilidad de sus espermatozoides. Si la movilidad es menor de lo normal (astenozoospermia o espermatozoides lentos) puede provocar un problema de infertilidad.
El que un espermatozoide presente movilidad progresiva y en línea recta es indispensable para que éste pueda llegar a las trompas de falopio sin dificultades y tenga posibilidades de fecundar al óvulo. La carga recomendada de espermatozoides sanos, según la OMS, debe ser al menos del 50% para considerar al individuo fértil. Ahora bien, ¿qué factores controlables inciden en este porcentaje?
Las variables que afectan a la movilidad están relacionadas con el estrés, asociado a ritmos de vida acelerados y poco sanos, con estrés y descanso insuficiente y, específicamente, a estilos de vida y hábitos poco saludables. En concreto, además de los efectos perniciosos del tabaco y del consumo excesivo de alcohol y de drogas, una dieta basada en grasas saturadas y pobre en antioxidantes contribuye a empeorar el problema de la movilidad.
Por tanto, a la hora de mejorar la calidad del semen en términos de movilidad, es necesaria una redefinición de estos hábitos. Debe perseguirse un consumo rico en grasas poliinsaturadas y omega 3 (pescado azul), cítricos ricos en antioxidantes, legumbres ricas en zinc así como hortalizas y verduras que potencien la presencia de vitamina A en el organismo.
Además del factor alimentario, los expertos aconsejan realizar actividad física moderada y reducir el estrés, evitando realizar de forma continuada actividades que ejerzan presión sobre los testículos, como andar en bicicleta, y evitar la actividad sexual excesiva. De hecho, a la hora de donar esperma, para maximizar la calidad del semen, los centros clínicos recomiendan períodos de abstinencia sexual de 4 a 7 días.
En conclusión, unos hábitos de vida saludables conducen a mejorar la calidad del esperma y se muestran como la condición básica para mejorar la fertilidad masculina.
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