La otitis es una inflamación del oído causada, generalmente, por una infección. El tipo más común de esta afección es la denominada otitis media y está provocada por la inflamación del oído medio, que se encuentra en la parte posterior del tímpano.
Dependiendo de la evolución de la enfermedad, ésta puede conducir a la secreción de líquido (denominada otitis media seromucosa) en la región del oído medio. El líquido puede ser de tipo seroso (fluido, similar al agua), musoco (viscoso) o purulento (pus).
La trompa de Eustaquio se encuentra entre el oído medio y la parte posterior de la garganta y su función es drenar el líquido que se produce en el oído medio. La infección se ocasiona cuando esta estructura se ve bloqueada y, por lo tanto, acumula el líquido, dando lugar a una disfunción tubárica.
La obstrucción de la trompa de Eustaquio muchas veces puede originarse por motivos intrínsecos o extrínsecos.
Los gérmenes que se detectan con más frecuencia en la otitis media son el streptococcus pneumoniae, el haemophylus influenzae y con menor frecuencia la bramanella catarralis, el streptococcus del grupo A y el staphylococcus aureus.
Además de las bacterias, también juegan un papel muy importante en la patogenia de la otitis media los virus, siendo los más frecuentemente implicados el virus respiratorio sincitial, el virus influenzae, el virus parainfluenzae, adenovirus, rinovirus y enterovirus.
Otras posibles causas son la infección de la vía respiratoria alta, problemas alérgicos y trastornos de la función ciliar del epitelio respiratorio de la vía respiratoria alta.
En la forma aguda de la enfermedad existe dolor de oído (otalgia), fiebre, tinnitus e irritabilidad. Con menos frecuencia se puede presentar otorrea (supuración), vértigo y, muy poco frecuentemente, parálisis facial.
La otitis media afecta a todos los grupos de edad, pero es más frecuente en el período de edad comprendido entre los 0 y los 7 años. A partir de ésta, la incidencia disminuye.
Desde el punto de vista epidemiológico se han descrito distintos factores relacionados con un mayor número de casos de otitis media durante los meses de otoño e invierno.
Asimismo, es más frecuente en los niños que acuden a centros escolares o que presentan alteraciones anatómicas en el área rinofaríngea, como el paladar hendido, o que sufren inmunodeficiencias congénitas adquiridas.
En el caso de los bebés, la señal principal de que padecen la infección es la irritabilidad y el llanto. Los menores con esta afección suelen tener fiebre o problemas para dormir y es común después de un resfriado.
El tratamiento habitual de la otitis media aguda se realiza con antibióticos durante diez o catorce días.
Habitualmente con el tratamiento antibiótico la sintomatología mejora significativamente en 48 horas. Además, el especialista también podrá recetar descongestionantes nasales y mucolíticos si se precisan.
Cuando los episodios de otitis media aguda son muy frecuentes y se sospecha que existen fuentes de infección, como una adenoiditis crónica, sinusitis crónica o inmadurez inmunológica, debe establecerse un tratamiento lo más específico posible.
En muchos casos, sobre todo en niños, se presentan episodios repetidos de otitis media junto con síntomas de adenoiditis e hipertrofia adenoidea, por lo que se ha de realizar la extirpación del tejido adenoideo hipertrófico y la colocación de tubos de drenaje transtimpánico.
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