Desde hace tiempo se sabe que hay una relación entre el cerebro y el corazón, pero hasta ahora no se había encontrado un elemento que lo relacionase. Al parecer Investigadores de Estados Unidos han hallado una región del cerebro que vincula el estrés y el riesgo de sufrir un infarto: la amígdala cerebral, un marcador del estrés.
En el estudio los investigadores afirman que el estrés activa una serie de procesos en nuestro metabolismo que, a su vez, desencadenan en un incremento de la probabilidad de padecer un ictus.
Tras la investigación concluyeron que el nivel de actividad de la amígdala cerebral está asociado al riesgo que tiene un paciente de padecer un episodio cardiovascular. Por tanto, el proceso sería el siguiente: el estrés aumenta el nivel de actividad de la amígdala cerebral. Esto provoca que se incremente la producción de glóbulos blancos y, consecuentemente, la inflamación de los vasos sanguíneos.
Para ello aconsejan a las personas propensas a sufrir episodios cardiovasculares que adopten técnicas para reducir el estrés.
También a un mayor riesgo de episodio cardiovascular en las personas con perfil psicológico tipo A, es decir, individuos competitivos, muy autoexigentes, apegados al trabajo y obsesionados con el éxito.
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