La tercera edad es una etapa de la vida en la que se deben extremar los cuidados preventivos para que nuestros mayores tengan una buena calidad de vida. La deshidratación en ancianos, sobre todo en verano, es uno de los principales problemas de salud que se pueden presentar en este grupo de edad por varios motivos.
La deshidratación en ancianos se produce por una pérdida del contenido total del agua corporal. Esta pérdida puede deberse a varios factores, como, por ejemplo, una menor ingesta de líquidos, un proceso febril, un exceso de diuréticos o una diarrea. En algunas ocasiones, la deshidratación puede estar motivada por una combinación de varios factores. En el caso de los mayores, los cambios fisiológicos propios de su edad son uno de los factores que influyen en la pérdida de agua corporal; de ahí la importancia de prevenir la deshidratación en ancianos.
El equilibrio hídrico en la tercera edad se puede romper fácilmente por un escaso consumo de líquidos, una mayor pérdida de fluidos y un menor contenido de agua corporal.
Una hidratación deficiente tiene consecuencias perjudiciales para la salud de las personas mayores, llegando a ser fatal si no se detecta a tiempo. Incluso una deshidratación leve puede provocar distintas afecciones. Las consecuencias más comunes son estreñimiento, alteración de las funciones cognitivas, hipotensión, disfunción de las glándulas salivales, mal control de la hiperglucemia en la diabetes e hipertermia.
Además de los factores de riesgo que hemos comentado, una de las causas de la deshidratación en ancianos es que a esta edad disminuye la sensación de sed, por lo que muchas personas mayores beben menos de lo necesario. De hecho, cuando sienten sed es un síntoma de que la deshidratación ha comenzado.
Algunas de las pautas para prevenir la deshidratación en ancianos son las mismas que debe seguir el resto de la población. Los expertos en nutrición recomiendan beber entre 6 y 8 vasos de líquido al día, consumir alimentos con alto contenido en agua, como frutas y verduras, y beber sin esperar a tener sed.
Diagnosticar la deshidratación en ancianos es complicado, ya que muchas veces no presentan los síntomas típicos, especialmente en los casos de deshidratación leve. Por tanto, la prevención es vital. En este sentido, la concienciación de los mayores, sus familiares y sus cuidadores sobre la importancia de la hidratación es el primer paso para mantener un correcto nivel de agua en el cuerpo.
Éstas son las recomendaciones para prevenir la deshidratación en ancianos.
En resumen, con la edad se reduce el nivel hídrico corporal, se altera la sensación de sed y los riñones no concentran la orina tan fácilmente. Todo ello implica un aumento del riesgo de deshidratación en ancianos. La prevención es la medida más recomendable para evitar las consecuencias de una ingesta insuficiente de líquidos en las personas mayores.
Las estrategias para prevenir la deshidratación en ancianos son eficaces y sencillas de poner en práctica. Fomentar el consumo de líquidos de su agrado, dejándolos a su disposición a lo largo del día, y ofrecerles alimentos ricos en agua, como frutas y verduras, ayudan a mantener una correcta hidratación en la tercera edad.
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