La duda acerca de qué alimentos se pueden congelar y cuáles no es una cuestión que la mayoría de personas nos hemos planteado en algún momento. En ocasiones compramos demasiados alimentos perecederos y se acaban estropeando en la nevera sin que sepamos que teníamos la posibilidad de haberlos congelado antes de que dejaran de ser comestibles.
Aunque la mayoría de alimentos, tanto frescos como cocinados son susceptibles de congelación, existen determinados productos que no es aconsejable congelar. También hay otros alimentos que si bien se pueden congelar sin problemas de seguridad alimentaria, no conviene congelarlos ya que pierden su sabor o su textura, lo cual no aconseja usar este procedimiento.
Es interesante saber que la grasa tiene una congelación muy lenta y a una temperatura muy baja por lo que una congelación normal, tiende a que la parte grasa se enrancie. Si congelamos alimentos con grasa -carnes, tocinos, pancetas, jamones, embutidos- observaremos que la parte magra está en buen estado al descongelarse pero la parte grasa se ha enranciado y su sabor afecta o puede afectar a la magra. Si vas a congelar jamón, es preferible retirar la parte del tocino y congelar solo la carne.
Por muchos huevos que tengáis en casa, aunque os regalen dos cartones de 3 docenas, no se pueden congelar los huevos pretendiendo que al sacarlos del congelador y descongelarlos estén como si estuvieran recién puestos. Aquí no hay discusión, los huevos deben mantenerse en la nevera.
Aunque en general todas las frutas se pueden congelar, en el proceso es posible que cambie su textura y su aspecto. Somos partidarios de utilizar fruta fresca y de temporada pero tanto los frutos rojos como el plátano, son alimentos que toleran más o menos bien la congelación. El resto de frutas, no queda bien al descongelar por lo que en general, es recomendable que no utilicéis el congelador para conservar las frutas.
Incluso en recetas que congelan bien como las legumbres, es recomendable sacar las patatas antes de congelar -por ejemplo en unas sobras de lentejas estofadas- porque os estropearían la futura degustación de esas estupendas sobras. Igual en estofados de carne, si hay patatas o zanahorias, es bueno retirarlas antes de congelarlas.
El queso se puede congelar pero el problema será la textura al descongelarlo. El queso descongelado se desmorona al cortarlo y pierde parte de sus propiedades. Si es para cocinar, podéis hacerlo sin problema.
Aunque en todos los lineales de congelados en los supermercados encontramos muchas variedades de marisco congelado -gambones, langostinos, carabineros, bueyes de mar, etc.- hay mariscos que no conviene congelar en crudo, sino después de haber sido cocidos.
Los percebes no deben ser congelados. Las almejas y otros bivalvos si pueden ser congelados en crudo. Las gambas, langostinos y similares, sí se pueden congelar en crudo, sin problema, siempre que se hayan comprado frescos. (Comprueba siempre antes de congelarlas que no procedan de un congelado previo.) Finalmente los centollos, nécoras y similares, es mejor cocerlos, envolverlos en un paño o papel húmedo, después pasarlos por film de cocina y congelarlos.
Aunque es frecuente congelar espinacas, guisantes y casi cualquier verdura que después vamos a cocinar, ya sea en el horno o en guisos o cocciones, las verduras que se comen en crudo como el tomate, la lechuga y cualquier otra hoja verde no quedan bien tras pasar por el congelador ya que la temperatura las deja ajadas y sin gusto.
Por muy rica que nos quedase la tarta si lo congelamos no quedará igual al descongelarlo. El problema es más una cuestión de textura -y de aspecto- que de seguridad alimentaria. Hay tartas heladas, que se comen frías, casi sin descongelar, pero las tartas caseras que comemos habitualmente basadas en un bizcocho, un relleno y una cobertura, no quedan bien tras el proceso de congelación y descongelado.
Es posible que si congelamos una receta de pasta ya cocinada o las sobras de uno de nuestros arroces preferidos, notemos que el resultado pierde algo de textura, pero en general, sí se puede congelar cualquiera de estos alimentos.
Las elaboraciones que llevan mayonesa, salsa rosa, salsa holandesa y otras salsas emulsionadas o que incorporan nata, no son buenas amigas de la congelación ya que en ocasiones, en el proceso de congelar y descongelar, estas salsas pueden cortarse.
El pescado en general se puede congelar sin problema aunque hay que tener en cuenta que es un alimento más delicado que la carne. Por eso, solamente congelaremos pescados muy frescos, bien limpios por fuera y por dentro, recordando siempre secarlo bien antes de meterlo en el cajón del congelador para eliminar el agua. Los pescados que lleven dos o tres días en la nevera, mejor los cocinamos -si queremos podemos congelarlos después- y nos los comemos.
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