Se conoce como reserva ovárica a la capacidad que tiene el ovario de producir óvulos con la calidad suficiente para poder conseguir un embarazo evolutivo, y sirve para medir el potencial de fertilidad de una mujer. Diversos estudios sostienen que, a partir de los 35 años, la cantidad de óvulos disminuye y la calidad de los mismos decrece. Por este motivo, después de esta edad la posibilidad de quedarse embarazada comienza a verse reducida de manera sustancial.
Mientras que los hombres pueden producir espermatozoides durante toda su vida, la capacidad de producción de óvulos de las mujeres es limitada. Las mujeres cuando nacen ya tienen su dotación de ovocitos para toda la vida, por lo que cada mujer dispone de una “reserva ovárica” limitada. Desde el nacimiento, cada mes, cada semana, se pierden ovocitos. Con la primera menstruación se siguen perdiendo los óvulos pero también se inicia la ovulación. Cada mujer tendrá a lo largo de su vida unas 400 ovulaciones aproximadamente. La diferencia entre el millón de “óvulos potenciales” que existen al nacer y los 400 que se ovulan se degradan sin llegar a ser madurados y ovulados por el ovario. Por tanto, la reducción de la reserva ovárica es un proceso continuo y en la mayoría de las mujeres se agota alrededor de los 50 años, que es lo que conocemos por menopausia.
Los ginecólogos evalúan la reserva ovárica analizando los niveles de las hormonas FSH, estradiol, y de la hormona antimulleriana (AMH), y contando el número de folículos antrales de los ovarios (estructuras que darán lugar a los óvulos) mediante ecografía. Estas mediciones se pueden hacer de forma basal -para evaluar el estado general de la reserva ovárica-, o tras un tratamiento de estimulación del ovario -para valorar cómo responderá el ovario ante los tratamientos de fertilidad-. El diagnóstico determinará cómo funcionan los ovarios de una mujer, y si su respuesta es alta, baja o normal. En función de los resultados obtenidos mediante estas pruebas junto con la valoración de la edad de la mujer, el ginecólogo podrá evaluar la capacidad de la mujer para poder conseguir un embarazo de forma natural y, en los tratamientos de reproducción asistida, su capacidad de responder a los tratamientos de estimulación ovárica, sus probabilidades de éxito y elegir la mejor alternativa de tratamiento.
El retraso de la maternidad es una realidad social que tiene efectos negativos en las posibilidades de conseguir un embarazo debido a la baja reserva ovárica. En la actualidad existen técnicas de congelación de ovocitos que permiten conservar la edad genética de los mismos para preservar la fertilidad y así poder posponer la capacidad reproductiva de una mujer hasta que la mujer decida ser madre.
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