Autor: Dr. Grande Villoria – Unidad de Nefrología
La hipertensión arterial es la elevación persistente de la presión arterial por encima de los valores establecidos como normales. Éstos se han fijado en 140 mm Hg para la sistólica o máxima y 90 mm Hg para la diastólica o mínima.
Es una medición de la fuerza que se ejerce contra las paredes de las arterias según el corazón bombea sangre al cuerpo. Hipertensión es la palabra utilizada para describir la tensión alta.
Uno de sus mayores peligros es que se trata de un mal silencioso, puedes tener la tensión arterial elevada y no mostrar síntomas. La ausencia de tratamiento, puede provocar diversas enfermedades y problemas para la salud. Se produce tensión alta cuando los vasos sanguinios mantienen una tensión elevada para llevar la sangre desde el corazón al resto del cuerpo (cuanto más alta, más esfuerzo realiza el corazón para bombear).
La hipertensión, por tanto, es la señal de alerta de un mayor riesgo cardiovascular. Es decir, que las personas con hipertensión van a tener mayor riesgo de presentar problemas cardiacos (infarto, angina o insuficiencia cardiaca), renales (insuficiencia renal) y cerebrales (hemorragia o infarto cerebral y a la larga demencia), por eso, aunque la persona se encuentre perfectamente, debe tomar medidas para su control. Un estudio previo y un tratamiento correcto y mantenido disminuyen el riesgo cardiovascular individual.
En la mayoría de los casos no se han encontrado causas específicas. Hay algunos factores que hacen que se tenga mayor riesgo de padecerla: antecedentes familiares, obesidad, consumo elevado de sal, alcohol, tabaco, falta de ejercicio y estrés, son algunos de ellos.
Se trata de una enfermedad muy común en todo el mundo que afecta a más del 20% de los adultos entre 40 y 65 años y casi al 60% en las personas de más de 65 años.
Son enfermedades que afectan a las arterias del corazón, del cerebro, riñón, arterias de miembros inferiores, ocasionadas fundamentalmente por la hipertensión.
Las más graves y la principalmente de causa de muerte, sobre todo en países desarrollados son:
Es la probabilidad que tiene un individuo de sufrir una de estas enfermedades dentro de un determinado plazo de tiempo. Esto va a depender de que se tengan uno o más factores que predisponen a padecer estas enfermedades.
Algunos de los factores de riesgo que predisponen a padecer una enfermedad cardiovascular no se pueden modificar: la edad, el sexo, la raza y los antecedentes familiares. Sin embargo, existen otros factores que sí podemos modificar:
No tenemos que olvidar que el consumo de tabaco, la hipertensión arterial y la hilesterolemia son los tres factores modificables más importantes para aumentar el riesgo cardiovascular.
Es fundamental conseguir un control adecuado de las cifras de presión arterial, de colesterol y de glucosa en sangre. Además, debe mantener el peso adecuado, realizar actividad física de manera regular (caminar a paso ligero al menos 30 minutos al día) y en caso de fumar, es imprescindible abandonar el tabaco.
La hipertensión, salvo que sea severa, no suele producir síntomas. En la mayoría de los casos su descubrimiento es casual. A veces, puede asociarse a dolor de cabeza, inquietud, nerviosismo o hemorragia nasal espontánea, entre otros.
El exceso de la presión de la sangre daña el sistema vascular, por lo que cualquier órgano puede resultar afectado debido principalmente al desarrollo de arteriosclerosis
En el hipertenso, el corazón debe realizar un mayor trabajo, por lo que necesita más sangre para alimentarse; cuando las arterias no son capaces de aportársela por la arteriosclerosis, se produce angina o infarto de miocardio, lo que a la larga puede provocar insuficiencia cardiaca.
La hipertensión arterial es 2-3 veces más frecuente entre las personas obesas que entre las que están dentro de su peso ideal.
La reducción de peso es uno de los factores más importantes del tratamiento de la hipertensión arterial.
Esta asociación es muy frecuente, entre un 40-60% de los diabéticos tienen hipertensión. Ésta empeora y acelera el daño que la diabetes ejerce sobre las arterias, lo que da lugar a que las e hipertensas sufran con mayor frecuencia infartos de miocardio, insuficiencia renal y entrada en diálisis, trombosis cerebrales, enfermedad vascular periférica, etc.
Estas complicaciones se pueden evitar, o al menos atenuar, si se sigue un buen control de la tensión arterial y de la diabetes.
En el caso de hipertecolesterolemia e hipertensión arterial provoca que los efectos nocivos se potencien cuando se dan en la misma persona.
El exceso de colesterol se deposita en las paredes arteriales donde provoca una inflmación, con el tiempo avanza hacia arteriosclerosis y disminución de su diámetro, pudiendo llegar a obstruirse produciendo una isquemia arterial. Esto provoca:
El control de la hipercolesterolemia exige evitar el sobrepeso, realizar habitualmente ejercicio físico y modificar los hábitos alimenticios.
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