Autor: Dr. Santos Iglesias – Cardología
Las enfermedades cardiovasculares son patologías que afectan a las arterias del corazón y del resto del organismo, principalmente al cerebro, los riñones y los miembros inferiores. Las más importantes son: el infarto de miocardio y el accidente cerebrovascular (trombosis, embolia y hemorragia cerebral). Son muy graves y la principal causa de muerte, sobre todo en países desarrollados.
Es la probabilidad que tiene un individuo de sufrir una de estas enfermedades dentro de un determinado plazo de tiempo, y esto va a depender fundamentalmente del número de factores de riesgo que estén presente. Estos factores se clasifican en dos grandes grupos:
Los cuatro primeros factores, por lo general, van normalmente asociados, dado que tienen factores comunes que los ponen en marcha (síndrome metabólico). Junto con el tabaco son los factores de riesgo modificables más importantes sobre los que tenemos que actuar y el hecho de coincidir en una misma persona varios factores de riesgo, aunque sea de forma mínima, multiplica el riesgo de forma exponencial, no se suma. Es necesario, por tanto, tratar todos y cada uno de los factores de riesgo que están presentes para que realmente este riesgo disminuya.
Se habla de síndrome metabólico cuando en una persona coinciden al menos tres de los siguientes factores:
Los mejores predictores de la presencia de síndrome metabólico son obesidad abdominal (primero de cintura mayor de 88 cm en la mujer y de 108 cm en el hombre), y los niveles de glucosa en sangre (mayor o igual a 110 mg/dl).
La prevención debe ir orientada a una mejor calidad de vida, interviniendo en aquellos factores de riesgo fácilmente evitables o controlables como son: el sedentarismo, el tabaquismo, el sobrepeso, el control del colesterol y el control de la presión arterial.
Estas son algunas pautas generales para prevenir los factores de riesgo modificables:
Hacer ejercicio físico regular y si se tiene sobrepeso, perder peso; existe una relación inversa entre peso y tensión arterial. Si se tiene hipertensión se puede comprobar que, a medida que se pierde peso, se necesitan menos pastillas para controlar la tensión arterial. También es positivo practicar técnicas de relajación para evitar estrés.
Si con todas estas medidas si siguen presentando cifras de tensión arterial elevadas, el médico debe considerar si es necesario aplicar tratamiento farmacológico. Consulta nuestra Unidad de Riesgo de Enfermedad Cardiovascular para más información.
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